Cuando esta afección llega, puede crecer lentamente y permanecer limitado a la glándula prostática, donde no necesariamente causará un daño grave, pero al igual que existe esta clase que requiere un tratamiento mínimo, hay otros tipos más agresivos y se pueden diseminar con rapidez.
Hay algo más que
decir sobre los géneros
Entre el 1% y el 3% de las mujeres pueden padecer AR en algún momento de su vida. Por eso, no es una sorpresa que el 75% de los casos pertenezcan a este sector.
Lo que llega
con la edad
Esta enfermedad comienza con mayor frecuencia entre los 30 y 50 años. Sin embargo, puede iniciar a cualquier edad.
¿Cómo inicia?
La AR tiende a afectar primero las articulaciones más pequeñas de manos y pies. A medida que avanza la enfermedad, los síntomas se extienden a muñecas, rodillas, tobillos, codos, cadera y hombros.
Además de las articulaciones, otras zonas que pueden verse afectadas son:
Piel
Ojos
Pulmones
Corazón
Riñones
Glándula salivales
Tejido nervioso
Médula Ósea
Vasos sanguíneos
Síntomas
Los signos de la AR incluyen:
Articulaciones sensibles, calientes e hinchadas.
Rigidez articular que generalmente empeora por las mañanas y después de la inactividad
Cansancio, fiebre y pérdida del apetito.
Principales factores de riesgo
No existe una causa que determine la aparición de AR, pero estas causas pueden aumentar las posibilidades de padecerla:
Edad
Antecedentes familiares
Tabaquismo
Obesidad
Complicaciones
La AR aumenta el riesgo de desarrollar:
Osteoporosis
Nódulos reumatoides
Sequedad en los ojos y la boca
Infecciones
Composición anormal del cuerpo
Síndrome del túnel carpiano
Problemas cardíacos
Enfermedad pulmonar
Linfoma
Cuidados simples para su prevención
Al igual que hay factores que no puedes controlar, existen otros que sí. Sigue estas recomendaciones para reducir las posibilidades de sufrir AR:
NO LE QUITES MOVIMIENTO A TU VIDA
La discapacidad articular es uno de los efectos más negativos de la AR, por eso es importante que no abandones tu tratamiento si este trastorno se hace presente. Recuerda que su avance es progresivo, así que, mantener una vida normal y plena depende de ti.
¿Qué es?
Cuando esta afección llega, puede crecer lentamente y permanecer limitado a la glándula prostática, donde no necesariamente causará un daño grave, pero al igual que existe esta clase que requiere un tratamiento mínimo, hay otros tipos más agresivos y se pueden diseminar con rapidez.
Hay algo más que
decir sobre los géneros
Entre el 1% y el 3% de las mujeres pueden padecer AR en algún momento de su vida. Por eso, no es una sorpresa que el 75% de los casos pertenezcan a este sector.
Lo que llega
con la edad
Esta enfermedad comienza con mayor frecuencia entre los 30 y 50 años. Sin embargo, puede iniciar a cualquier edad.
¿Cómo inicia?
La AR tiende a afectar primero las articulaciones más pequeñas de manos y pies. A medida que avanza la enfermedad, los síntomas se extienden a muñecas, rodillas, tobillos, codos, cadera y hombros.
Además de las articulaciones, otras zonas que pueden verse afectadas son:
Piel
Ojos
Pulmones
Corazón
Riñones
Glándula salivales
Tejido nervioso
Médula Ósea
Vasos sanguíneos
Principales factores de riesgo
No existe una causa que determine la aparición de AR, pero estas causas pueden aumentar las posibilidades de padecerla:
Además de las articulaciones, otras zonas que pueden verse afectadas son:
Edad
Antecedentes familiares
Tabaquismo
Obesidad
Cuidados simples para su prevención
Al igual que hay factores que no puedes controlar, existen otros que sí. Sigue estas recomendaciones para reducir las posibilidades de sufrir AR:
NO LE QUITES MOVIMIENTO A TU VIDA
La discapacidad articular es uno de los efectos más negativos de la AR, por eso es importante que no abandones tu tratamiento si este trastorno se hace presente. Recuerda que su avance es progresivo, así que, mantener una vida normal y plena depende de ti.